EL COVID 19 Y LA ANSIEDAD DE LOS NIÑOS
Ana Maria Reyes
Psicóloga Preescolar Carrizales
Cambios repentinos en el comportamiento de los niños como irritabilidad, pataletas, episodios regresivos como accidentes en el control de esfínteres, terrores nocturnos o pesadillas, deseo excesivo de dulces o comida, pueden ser para los niños formas de manejar o expresar su ansiedad.
En las últimas semanas hemos recibido las preocupaciones de muchos padres en relación a ciertas conductas o actitudes de los niños que claramente son reflejo de su ansiedad frente al momento que atravesamos, y que sin duda ha impactado la normalidad de sus rutinas y mundo infantil.
Muchas veces los adultos subestimamos la capacidad de los niños para percibir e interpretar las circunstancias o sucesos a su alrededor: La realidad es que los niños son altamente sensibles ante los cambios, pero a diferencia de los adultos, son también y por fortuna, profundamente adaptables a ellos.
Es natural, esperable y “normal” que los niños, incluyendo los más pequeños, manifiesten conductas que reflejan su ansiedad frente a lo que acontece a su alrededor; incluso si pensamos en que muchos de ellos aun no poseen un lenguaje lo suficientemente desarrollado como para expresar con palabras sus estados emocionales, resulta comprensible que sea su conducta quien hable por ellos, permitiéndoles exteriorizar sus procesos internos.
Sabemos que este momento ha sido fuente de incertidumbre y preocupación para los adultos, y que el confinamiento ha introducido grandes cambios en nuestras rutinas, por lo tanto es muy importante que, tanto si observamos alguno de estos signos en nuestros niños, como si no percibimos ningún cambio notorio en sus patrones de comportamiento, de manera preventiva tengamos espacios para hablar con ellos de lo que esta sucediendo y de cómo nos sentimos.
Además de dar manejo a la situación específica (para lo cual podemos valernos de estrategias diferentes que involucren acuerdos mutuos, ofrecer dos opciones válidas de conducta, dibujos, uso de cuentos entre otras), es importante dar al niño tranquilidad, hablar con frecuencia de los cambios que han ocurrido (antes veías a los abuelos todos los días, ahora solo los vemos por celular), nombrar aquello que extrañamos (cuánta falta nos hace ir al parque cierto?), nombrar nuestras emociones y validar las de los niños (es triste no poder visitar ni abrazar a los abuelos, yo me siento un poco triste por eso también), fantasear con ellos con buen humor acerca de la situación (si pudieras meterte en la pantalla del compu a quien te gustaría abrazar?) en fin, muchos creerían que hay que evitar hablar del tema, distraer la atención de los niños sólo hacia cosas entretenidas o “hacer como si nada estuviera pasando” para darles tranquilidad, pero al contrario; crear espacios para expresar lo que sentimos frente a lo que estamos viviendo permitirá que los niños se valgan de esa adaptabilidad que mencionamos antes para aprender y crecer a partir de esta experiencia.
Hay que tener muy claro que experimentar ansiedad en un momento específico y frente a unos eventos reales es muy distinto a “tener un trastorno” o a “ser ansioso”. Por tanto es importante también aprovechar estas situaciones para mostrar al niño la relación entre su conducta, la situación externa y sus emociones; haciéndole saber que finalmente él tiene la capacidad y cuenta con nuestra ayuda para gestionar esas emociones impidiendo que lo sobrepasen.