“Carlos, estoy aburrida, últimamente ya no salimos como antes, será que ya no quieres estar conmigo… Creo que ya no me quieres.”
La ausencia de actividades juntos y la rutina son realidades que, antes o después, aparecen en la convivencia diaria en el matrimonio. Trabajos agobiantes, exceso de actividades dentro y fuera del hogar, y la falta de tiempo para el descanso; impiden -en ocasiones- hacer planes que alejan de la rutina y enriquecen el matrimonio. Es una realidad que aparece tras los primeros años de casados y, si no se busca solución, puede hacer que se estanque el amor.
A veces, los problemas o dificultades conyugales no estriban tanto en la falta de comprensión mutua, sino en el cansancio arrastrado en el tiempo. Cuando hay cansancio bajan las defensas y todo lo malo que pasa afecta de manera desproporcionada. No es que haya desaparecido el amor, sino que él y ella están “en baja forma”. El cansancio lleva, por ejemplo, a decir las cosas al otro sin pensar, o a precipitarse en conductas que requieren de ese dominio interior o autocontrol imprescindible para no herir al otro.
Comunicación abierta y efectiva para salir de la rutina
Facilitar la comunicación
Algunas crisis brotan por aburrimiento, sin que existan de verdad grandes problemas. Compartir proyectos e ilusiones futuras puede ser el comienzo para vencer esa situación de inercia. Una solución que ayuda es buscar momentos para el diálogo: escuchar y ser escuchados, preguntar y poner en común diferentes opiniones, planear proyectos para la familia, valorar pros y contras; son recursos que ayudan mucho a encontrar esa sintonía necesaria para salir de la rutina.
Menos pantallas
Invertir tiempo con el otro para conseguir grandes cosas, supone menos tiempo dedicado a todo tipo de pantallas: móvil, internet o redes sociales. En ocasiones, resulta muy difícil recortar ese tiempo. Será bueno mirar más al otro y menos la pantalla, así le conoceremos más y acertaremos con las ideas creativas que se nos ocurran.
No bajar la guardia
Tener siempre objetivos pendientes por cumplir, superando la tentación de hacer lo que apetece; se trata de hacer lo que es mejor para cada uno y para los dos juntos. Hay un salto de calidad a la hora de planificar a corto plazo, superando las apetencias. De esta forma podremos ser dueños de nuestra persona, de nuestra familia, de nuestros sueños.
Conquistar al otro cada día
Con el tiempo, la persona se acostumbra a recibir el amor de la persona que quiere y se comporta como si ese amor fuera ya de su propiedad, sin hacer nada para conservarlo. El amor supone una conquista diaria y la superación de pequeños y grandes retos “cada día”. Por eso, hay que conseguir el amor del otro, día a día, poniendo esfuerzo.
Ayudará mucho en este empeño tener siempre presente que el amor es la oportunidad para ser mejor persona uno mismo y hacer mejor persona al otro. Descubrir proyectos que nos permitan pulir aquello que nos hace brillar y hace brillar a la otra persona, es un ejercicio que sin duda hará que cada uno salga de esa zona de confort y transforme nuestra unión, fortaleciéndola.