Saber conquistar al otro cada día, es uno de los retos más importantes en el camino del amor. La empresa es apasionante.
Marido y mujer se tienen que sentir movidos a procurar un reenamoramiento del otro, a reemprender continuamente su conquista. Es demasiado peligroso para la fidelidad y la permanencia del amor la cómoda actitud de quienes, seguros de su compañero “inseparable” no piensan en la conservación y aumento de su amor, que, sin duda, languidecerá y morirá si no se le estimula.
Es uno de los grandes retos: despertar el amor, y es señal de que se van madurando nuestros afectos, nuestra forma de pensar e incluso se verá fortalecida nuestra voluntad; todas las dimensiones de la personas se enriquecen.
Una idea capital de este desafío y de cómo se puede llevar a cabo, es que la vida está tejida de detalles pequeños. El que está en ellos es capaz de ir de lo general a lo particular, de observar, de fijarse con detenimiento y ver lo que los otros son incapaces de descubrir. Se hace de esta forma un esfuerzo por mejorar la convivencia y se ponen los medios adecuados para ello.
Mejorar la relación de pareja cada día también supone limar, pulir y rectificar aquellos aspectos de la personalidad que dificultan, entorpecen o impiden el trato cotidiano; desterrar lo negativo, lo que no va bien, modelando las aristas del comportamiento hasta dejarlas suaves y pulidas. Reconquistar al otro cada día haciendo una labor de reforma personal, ligera pero continua, suave y específica que va a puntos superconcretos de nuestro día a día juntos. Cuanto más amamos, nuestro carácter se vuelve más acogedor, amable, atento.
El amor comparte toda la persona. Los nuevos proyectos son proyectos compartidos: Generar proyectos de futuro juntos es lo más deseable. El futuro es de tal compenetración, tal unidad, que soy más que lo que era estando sólo. Tener objetivos comunes es una garantía de enriquecimiento mutuo. Yo soy también tú: juntos nos atrevemos a más.
Si nuestro amor no es apasionado, es un amor sin brillo, sin relieve, no destaca, es un amor gris. Es un amor que no merece formar parte del libro de los amores, es un amor que aún no se ha ganado el título de amor. Amar apasionadamente: a las cosas pequeñas, a las materiales, revestir cada instante del valor de la eternidad, descubrir qué importancia tiene todo eso para mostrar cuánto amas.
En el ajetreo de nuestros días no nos damos cuenta del valor de eternidad que tiene cada instante. Es el amor lo que nos hace vivir eternamente, y es el amor el que nos hace crear eternamente.
En este proceso de reconquista tiene lugar preferente la comunicación, que nunca debe interrumpirse. Pase lo que pase hay que hablar, llegar hasta el fondo de las razones del otro, comprender su forma de pensar y de expresarse.
Así se llegará a lo deseado: conservar fresco el amor, no querer romper nunca el vínculo prometido, convertir la unión en fuente de luz y alegría para sí mismos, para los hijos y para aquellos que –de una manera o de otra -participan de la vida cotidiana de nuestro proyecto.