By: Identitas
Charlton Heston afirmó, a sus 84 años, que había superado todos los acontecimientos negativos en su vida, incluso un bombardeo durante la II Guerra Mundial. Todo, menos la separación de sus padres. No recuerda que hablaran entre ellos.
Cuando hay buen diálogo, las dificultades en la familia se superan con mucha facilidad, así como cuando no hay buena comunicación, cualquier cosa puede afectar negativamente. Los problemas en el matrimonio se deben en muchas ocasiones a una defectuosa comunicación.
Se trata de valorar, defender y crecer en el amor, a través del diálogo en la pareja. Estamos viviendo en la actualidad momentos de dificultad para el matrimonio, por vivir en una sociedad en la que no se promueven los valores y virtudes de la familia.
Si valoramos el amor por encima de otras cosas, defenderemos esa comunicación imprescindible para el buen funcionamiento de esa vida juntos: defender, proteger, cuidar, hacer lo imposible por estar juntos y comunicarnos con las palabras, con los gestos, con los abrazos; comunicación verbal y no verbal. Si somos capaces de proteger nuestras casas con los más sofisticados medios tecnológicos para que no entren a robar, no dejemos de cuidar y defender esos momentos de comunicación compartida: planes, pensamientos e intenciones compartidas.
Cuando el trato, por motivos de trabajo u otros motivos personales, deja de existir, la comunicación también comienza a formularse a base de monosílabos:
- “¿Cómo estás?”-” Bien”.
- “¿Cómo te fue el día?” -“Como siempre”.
- “¿Qué te pasa?”- “Nada”.
Otras veces, ese diálogo se convierte en una discusión. Se habla para averiguar quién tiene la razón. El tono de voz, las formas, la manera de tratar al otro hay que cuidarlo cada día.
Los obstáculos para una buena comunicación pueden aparecer en algún momento: la falta de tiempo, el trabajo, los hijos pequeños, el cansancio… Sin darnos cuenta, vamos dejando las cosas importantes para más tarde y, a pesar de nuestra buena intención, no siempre somos capaces de encontrar ese momento. La tecnología también se convierte en un ladrón del tiempo: correos acumulados en la bandeja de entrada, notificaciones que interrumpen nuestras conversaciones con esa vibración o sonido tan característico.
Por otro lado, no podemos olvidar como influye nuestro carácter a la hora de mantener una conversación.
Estas son algunas de las estrategias que nos ayudarán a emplear la comunicación de un modo más sensato con el fin de dedicar tiempo de calidad a quien más queremos.
- Dar prioridad al otro. El móvil suena habitualmente e interrumpe muchos diálogos y conversaciones con quien más queremos. Soy yo quien permito que entre o no una llamada en ese momento familiar.
- Comenzar la costumbre de “blindar” tiempos para conversar relajadamente entre los dos. Reservar un momento a la semana para dialogar y comentar ideas, proyectos, inquietudes. Hacemos muchas cosas a lo largo de la semana, pero es necesario agendar lo verdaderamente importante: tiempo con el otro.
- Emplear habitualmente en la conversación las palabras: “por favor”, “gracias” “perdón”, como sugería a las familias el Papa Francisco.
- Escuchar al otro con toda nuestra atención. Poner todos los sentidos al servicio del otro, sin estar continuamente revisando correos o mensajes de WhatsApp. En el matrimonio, es necesario tener “activos” todos los sentidos para amar mejor: escuchar, mirar, tocar… sin distracciones. La relación entre las personas nunca será sustituida por otras actividades.
- Dar oportunidad al otro de expresarse. Si la otra persona quiere desahogarse o quiere contar algo que le preocupa, tenemos que estar disponible para ella, darle la oportunidad de hacerlo cuando lo solicita. Tenemos necesidad de hablar y de comunicarnos para tener mayor conocimiento del otro y de las situaciones que vivimos juntos.
- Contenerse cuando nuestras palabras no van a caer bien. Si la forma o el fondo de lo que decimos va a afectar negativamente en el otro, es mejor no decir nada. Tenemos que aprender a controlar las emociones cuando distorsionan lo que verdaderamente queremos decir. Mejor hablar en momentos de paz y de tranquilidad porque quien logra tener calma en las pequeñas dificultades de cada día, especialmente en la familia, adquiere fortaleza para la adversidad.
Aprender a comunicarse bien enriquece la relación en la pareja. A veces se conecta mejor con otra persona que con aquel a quien más queremos.
Con esta idea termina el prólogo de uno de los libros del profesor Aquilino Polaino sobre la comunicación: