“Muchas veces pienso que, en el ambiente de mi vida familiar, con esta frenética vida que llevamos, pongo el piloto automático y acabo haciendo todas aquellas cosas que “me juré a misma” que no haría con mis hijos. Me resulta desesperante”
La práctica totalidad de las personas aprenden a ser padres con el modelo que han tenido. Y aunque hayamos pensado muchas veces que no ha sido el adecuado, lo repetimos, sin darnos cuenta. Es por eso que necesitamos leer, formarnos, y hablar mucho los dos sobre nuestra familia y el modelo parental que estamos desarrollando.
Sin ningún miedo, porque es probable que nos reconozcamos en algunas cosas o en muchas que no nos gustan, pero ahí está la posibilidad de cambio y eso es maravilloso. Podemos cambiar las cosas si las vemos, nos lo proponemos, trabajamos en equipo y nos ilusionamos. Porque nadie nace sabiendo y aprendemos a ser padres cuando somos padres, no antes.
El libro de Sarráis y su enfoque a ayudarles a madurar
Por este motivo, y para que sirva de anzuelo y nos animemos a leer o releer el libro que recomendamos para este mes vamos a desgranar uno de los capítulos del mismo. El que lleva por título: “La educación familiar y su influjo en la maduración de la personalidad de los hijos”. En el capítulo anterior, Sarráis analiza lo que es una personalidad madura, de lo que también hemos hablado en el apartado de “para saber más”. Acomete el capítulo con algunas preguntas que todos nos hemos planteado alguna vez “¿soy un buen padre (o una buena madre)? ¿Estaré educando bien a mis hijos?; ¿será que les quiero demasiado?; ¿les estoy queriendo bien?; ¿sería preferible darles más libertad?; ¿cómo serán mis hijos cuando crezcan?”
Seguramente tú también te has planteado estas preguntas y quizá has buscado lecturas, formación que te ayudara a resolverlas. Es posible que hayas encontrado algunas claves; quizá las tengas, o quizá aún no hayas tenido suficiente tiempo para pararte un rato a pensarlas despacio y a final… la vida te ha ido llevando. Pero estás aún a tiempo de calibrar qué tipo de paternidad desempeñas. Te puede servir trazar un eje de coordenadas con estos elementos para analizar en qué punto estáis (Sarráis, 2012, p.32).
Sarráis explica en su libro cada uno de estos tipos y los efectos que cada tipo de crianza pueden tener en los hijos. Entre esos efectos también alude a aquellos que se consideran psicopatológicos como los trastornos de ansiedad, las fobias, las distimias… entre otros. El autor alude a la necesidad de formación en este sentido, ya que “los patrones educativos parentales inadecuados producen defectos en la formación del carácter de los hijos. Estos defectos del carácter darán lugar más tarde, en el sujeto adulto, a trastornos de la personalidad” (Sarráis 2012, p.38).
Sin miedos, ni agobios, conviene que lo leamos, pidamos consejo si lo vemos necesario y analicemos si necesitamos modificar algunas cosas para mejorar ese modelo familiar. Lo bueno de todo esto es que además de ayudarnos a visualizar en qué punto estamos y qué podría suceder si no cambiamos algunas cosas, nos facilita como conclusiones del capítulo algunos consejos que dice que son “para ser buenos padres”. Algunos de ellos son (Serráis, 2012, p. 44):
- El cariño no está reñido con la exigencia ni la exigencia con el cariño. “El amor a los hijos nos lleva a querer lo mejor para ellos y eso exige educarles en la adquisición de hábitos, (…) pero exigir por exigir no sirve para nada”.
- Ni el cariño está reservado para las madres, ni la exigencia para los padres, la solución óptima es combinar ambos factores en cada uno de los dos progenitores.
- Busca el bien para tus hijos, no tu propio bien. Al educar a tus hijos, no intentes que sean según un molde preconcebido que tienes. Deja que sean ellos mismos, acéptalos como son.
- Cuando haya una causa justificada haz excepciones. Sé flexible, en orden a los fines que persigues. Pero la excepción debe ser por una razón: no puede deberse a la insistencia del hijo.
Estos son algunos consejos, los demás los dejo “en el libro” para que los podáis descubrir leyendo y os animéis a ir poniéndolos en práctica juntos, pensando y analizando hacia dónde queréis ir y qué ambiente queréis que se respire en vuestro hogar.