Pensar por libre
¿Cuántos adolescentes piensan que si actúan de la forma que consideran adecuada -en lo relativo al alcohol, las drogas, las relaciones sexuales, el modo de vestir, la hora de volver a casa, el uso del teléfono móvil, la defensa a los más débiles, o la negativa a participar en actividades peligrosas o incívicas- van a perder su posición en el grupo de amigos? Y aún peor: ¿cuántos padres temen que, si se esfuerzan por enseñar a sus hijos lo que les va a hacer personas felices, equilibradas y valiosas, van a convertirles en seres extraños, asociales o anticuados?