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El ambiente familiar

Por: Inmaculada Villalobos

“La familia no es algo importante. Lo es todo.” afirma Michael J. Fox. Podemos definir el ambiente familiar como el conjunto de las relaciones interpersonales que se establecen entre los distintos miembros de la familia que comparten un mismo espacio y, por lo tanto, un mismo hogar.

Ese ambiente familiar necesita estar impregnado de cariño como fruto del amor que se vive entre los padres. Necesitan nuestros hijos que generemos un lugar en el cuál todo se puede decir y escuchar, es decir, que haya interacción; porque en la familia nos queremos mucho y, eso, se nota y educa. El aire que se respira en una casa donde los padres se quieren y lo demuestran, se abrazan y se ríen, crea una seguridad personal en los niños de tal calibre, que se lanzan a la vida con seguridad interior y con una autoestima y fuerza alta. Cuando los niños ven que sus padres se quieren, ese amor les ayuda a descansar, las escenas de desamor en la familia les agota y les tensa.

La importancia de cultivar un ambiente familiar positivo

El ambiente familiar se puede y se debe educar de una manera natural; que nos vean así: positivos, comprensivos, exigentes con cariño. Es como el respirar, lo llevamos dentro, nos sale. Los niños a estas edades se dejan influir por aquellas personas que les hacen sentir bien, queridas y, ante las cuales, abren su corazón con confianza en confidencia. Esto debe darse en casa, con sus padres, abuelos y hermanos.

Ese ambiente familiar intencionado no sale solo, hay que trabajárselo; labor de padre y madre. Un proyecto con intención de forjar algo bueno en el interior de cada hijo, hablando con ellos, conociendo sus reacciones y miedos, sin prisas; la prisa rompe la confianza. Si actuamos con prisas, no sale el tema que querían compartir con nosotros y hemos perdido un momento único.

Nuestra actitud de “taxi libre” cuando estamos en el hogar, genera un tiempo de calidad que es necesario para que nuestros hijos puedan abrir su intimidad. Saber escuchar, esperar, estar, medir, callar, pedir perdón, sonreír…así generamos el ambiente de confianza y seguridad en la familia.
Hogar para todos. Nuestros hijos entre 6 y 12 años necesitan aprender que es “casa” para todos. Por eso existe un orden, un horario, unas reglas básicas; pocas, pero efectivas. Este ámbito de amor conlleva mil pequeños detalles pequeños que hacen la vida más agradable a los demás. Los encargos en la vida de familia, el compartir las cosas con padres y hermanos, enseñarles que aquí, en casa, todos estamos dispuestos a servir, aceptando lo que a cada uno le toca.

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No siempre es fácil, pero no podemos tirar la toalla. Están en la edad de oro de la educación y el esfuerzo por repetir esos hábitos buenos, les convierte con el tiempo en personas con virtud.

Mirarlos a los ojos cuando haya que corregirles y dejarles espacio para que puedan volver a hacerlo bien. Cariño y confianza, que vean que siempre estamos ahí, con ellos, apoyándoles en su esfuerzo diario. No podemos olvidar que el hijo que más necesita a su padre y a su madre es aquel a quien las cosas le están costando cada vez más y, como nadie da lo que no tiene… ¡Qué buen maestro es el ejemplo que damos cuando nos ven luchar a sus padres también!

Vivido así el ambiente familiar, con sus altos y sus bajos, hacen que, en nuestra familia, la melodía que se escuche sea maravillosa. Vale la pena aprenderse bien la partitura y conocer bien las cualidades y potencias de nuestros hijos.


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