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La estimulación temprana: de 0 a 6 años

Los humanos nacemos con un gran potencial que hay que desarrollar a lo largo de la vida. Es cierto, la raza humana es la más débil al nacer. Muchos estudios confirman que cuando un bebé no es atendido por sus padres y/o cuidadores, éste puede llegar a no sobrevivir, a diferencia de otros mamíferos, que nacen y enseguida empiezan a andar y a comer por sí solos.

Cuando el bebé nace, es tarea de los padres estimularle para que vaya despertando interés por lo que le rodean: luz, sonido, diferentes voces de familiares, objetos, texturas, olores…

Muchos padres se plantean cuál es el momento más recomendable para empezar a estimularles. Y la respuesta es: desde que nacen.

Hasta los seis años de vida es el momento donde el cerebro tiene más plasticidad y cuando más conexiones cerebrales se establecen. Todo lo que les estimulemos en los primeros años ayudará a que tenga un mejor y más completo desarrollo cerebral. Esto no significa que solo se pueda aprender hasta los seis años, pero sí que todo lo que aprenden en ese rango de edad será muy trascendental en su vida y desarrollo.

La buena noticia es que los estímulos que necesitan para su desarrollo no precisan técnicas complicadas ni acudir a centros especializados, basta con unas sencillas recomendaciones que podemos llevar a cabo en el día a día sin mayor complicación, eso sí, con constancia.

Por ejemplo, se considera de vital importancia que a los niños se les hable sin adaptar el lenguaje, es decir, llamar al perro por su nombre, no “gua guau”, así aumentamos su vocabulario de un modo natural. A la hora de dirigirse a ellos, hemos de hablarles con

diferentes tonos, ritmos y sonidos. Ofrecerles juguetes que tengan diferentes texturas y colores llamativos.

Sin embargo los juguetes con luces y sonidos no son muy recomendables hasta los dos años, ya que dificultan la madurez de la corteza prefrontal al realizar las tareas que debería hacer su cerebro a través de la imaginación. Como dice la psiquiatra Marian Rojas, el cerebro funciona como un mecanismo que denomina “use it or lose it”, o lo usa o lo pierde. Si lo hacen por él y no tiene nada que imaginarse, deja de usar esa capacidad y la pierde. Las pantallas lo hacen todo por los niños, no tienen ellos que imaginar nada, ya se lo dan todo hecho, por ese motivo es mejor prescindir de ellas hasta, al menos, los tres años.

Otra de las actividades buenas que les estimulan cuando el bebé tiene entre dos y tres meses es que pase tiempo en el suelo, ya que ahí tiene visión 360 grados y no tiene paredes como en la cuna, que recortan la visión. Es bueno ponerles encima de una manta de gateo, si el suelo es frío, donde tenga juguetes que despierten su interés. Si le das la oportunidad podrás ver su evolución: primero levantará la cabeza para buscar los juguetes, luego girará de un lado a otro y, a partir de los seis meses comenzará a voltearse, arrastrarse, mantenerse sentado, al principio con apoyo y luego sin apoyo y, finalmente, gateará a partir de los ocho meses.

Los juegos tradicionales son muy importantes en su desarrollo ya que, por ejemplo, el juego de los cinco lobitos y cucú-tras tienen mucha riqueza a para el desarrollo cognitivo en los bebés. Con las cinco lobitos se descubren las manos y la capacidad que tienen de moverlas. En el caso del cucú-tras, además de reforzar el vínculo afectivo les vamos enseñando la constancia de los objetos; para el bebé solo existe aquello que es capaz de ver con sus ojos, por ello cuando nos tapamos la cara se quedan muy serios creyendo que ya no estamos y cuando las abrimos sonríen porque “hemos vuelto”, sabremos que tienen superada esta etapa cuando ya no se sorprendan al vernos aparecer.

Cada niño tiene un ritmo, no se trata de forzarles, sino de darles oportunidades para que vayan avanzando en su desarrollo.

A partir de uno a dos años los cuentos favorecen su imaginación, a esta edad es recomendable que tengan poca letra e imágenes grandes y llamativas.

Podemos estimular el lenguaje a través de canciones, sobre todo que describan sus rutinas, por ejemplo, la canción de me lavo los dientes, la canción de guardar cada cosa en su lugar. También para estimular los músculos de la lengua y posteriormente el habla, les ayuda la actividad de soplar con una pajita para hacer pompas de jabón. Es muy beneficioso realizar con ellos actividades que favorezcan la motricidad gruesa: garabatear en un papel grande, donde puedan mover todo el brazo para pintar, jugar con la pelota y posteriormente trabajar la motricidad fina a través de actividades como rasgar papeles, pegar papeles, y meter bolitas de papel dentro de una botella.

A los tres y cuatro años, los niños ya son capaces de clasificar y ordenar por colores, cantidades y texturas. Es muy bueno contarles historias y hacerles preguntas sobre ellas, desordenar imágenes de una historia y que las ordenen. Que sean capaces de expresar sus sentimientos con palabras. Pueden dramatizar una historia. Jugar con rompecabezas.

Los encargos en casa les estimulan muy positivamente ya que aumenta su autoestima al sentirse parte del buen funcionamiento de la familia.

De los cuatro a los seis años, se debería ejercitar el equilibrio, correr, saltar y caminar encima de una línea recta o curva. Para diferenciar entre derecha, izquierda, arriba, abajo, delante y detrás, podemos usar un juego, como el Twister. Ya se pueden atar los zapatos por si solos y empezar a leer y escribir.

La estimulación temprana es la base sobre la cual se desarrollan los niños. Como decía el psicólogo infantil Ginnot: “los niños son como el cemento fresco, todo lo que cae en ellos deja huella”.

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