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Los abuelos: un servicio a la familia

“Fue hace años. Entrábamos en el comedor del colegio. Era el primer día de clase. Se oían muchos pequeños del primer curso de infantil que no querían comer y con lagrimones y mocos hasta el baby decían: – mamá, mamita.- Pero de repente, entre los sollozos se escuchaba a un pequeño que recitaba otra melodía distinta pero que a mí me pareció especial, dicha con más emoción y más entrañable:- “buela”, abuela, ven conmigo- .

Cada persona tiene su experiencia familiar. No hay nada escrito en la vida “vivida” que a cada uno nos ha tocado aceptar. Pero sí que es cierto que no existe nada que nos marque más que el ámbito familiar en el que hemos venido al mundo. Si fuimos hijos únicos o miembros de una extensa familia, si tuvimos tíos y primos cercanos de nuestra edad o no los tratábamos demasiado, si nos criamos con una cuidadora o tuvimos a un padre o una madre que no trabajaba por las tardes y nos recibía en casa, si vivimos con uno de los abuelos o teníamos relación con ellos en las visitas cotidianas de los domingos…

Todo influye profundamente en nuestra vida y en nuestras coordenadas posteriores cuando tomamos la decisión de formar nuestra propia familia. A menudo procuramos solventar aquellos errores en los que nos criamos para que no se repitan en nuestro nuevo hogar, y al mismo tiempo insertamos esas costumbres y forma de vida que tanto nos ayudaron y nos enriquecieron. Creo afirmar, con fuerza y decisión, que nunca quitaríamos de nuestra vida familiar, de nuestro nuevo hogar, la relación que pudimos tener con los abuelos y que, con sentido común y en su dimensión correcta, les abriremos las puertas a su presencia en el crecimiento de nuestros hijos, sus nietos.

La responsabilidad de la educación es de los padres, pero si saben hacerlo, si utilizan el diálogo y la conversación constante con los abuelos; si se les explica y se les ayuda a que entiendan que, cuidar y querer no es mimar con total permisividad; que la auténtica autoridad la tienen los padres y que un abuelo no debe contradecirle delante de los niños porque se les hace daño y se les confunde; si se les pide que no se metan demasiado en las relaciones padres- hijos aunque se acepta sus consejos, opiniones y forma de ver las cosas; si se les acompaña en su rol de abuelos, sin ser obsesivos y sabiendo que poco a poco se irán desprendiendo de ellos por ley de vida; si esta base queda clara en la convivencia familiar, la relación abuelos- nietos es un servicio impagable para los hijos.

¿Y…que por qué esa relación entre los abuelos y los nietos es tan especial? Porque en muchos casos, los abuelos son sus confidentes, porque tienen gran dosis de comprensión, porque los conocen en sus juegos y en sus paseos, porque amortiguan el dolor en las crisis familiares, porque les transmiten valores con sus vidas, con su ejemplo y con los miles de historias, batallitas y cuentos que les ayuda a descubrir tantos horizontes nuevos y, porque muchas veces son de una gran ayuda para cuidarlos cuando hay alguna enfermedad y los padres no llegan a todo.

Los abuelos hacen y son un maravilloso caudal de servicio insustituible en la familia. Es imprescindible ayudarlos y formarlos para que sean de verdad una fuente de apoyo familiar, un rayo de luz en la fe y en la piedad y los mejores amigos y confidentes de nuestros hijos.

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