By: Identitas
Esta es la pregunta que sesión tras sesión me hacía Begoña tras descubrir, por casualidad, que Tomás, su marido, mantenía una aventura con una compañera de trabajo desde hace diez años.
Ella no era capaz de perdonar lo que consideraba una traición.
Aunque no hace falta llegar a la infidelidad para poder perdonar al otro (abordaremos el tema de la infidelidad próximamente), en la vida cotidiana es bastante común que afloren las limitaciones personales que no controlamos, y es que a veces la propia vida, no permite expresar el amor de forma adecuada y necesitamos pedir perdón o perdonar casi a diario.
Como bien dice Gottman: “Lo que hace que un matrimonio funcione es muy sencillo. Las parejas felizmente casadas no son más listas, más ricas o más astutas psicológicamente que otras. Pero en sus vidas cotidianas han adquirido una dinámica que impide que sus pensamientos y sentimientos negativos (que existen en todas las parejas) ahoguen los positivos. Es lo que llamo un matrimonio emocionalmente inteligente”.
(Gottman John N: Siete reglas de oro para vivir en pareja: Un estudio exhaustivo sobre las relaciones y la convivencia. Debolsillo Clave. 1999)
Ama primero, después comprende
Cuando uno comprende o intenta comprender por qué el otro ha hecho algo que nos duele, uno mismo se siente aliviado y se puede entrar en el perdón. Esta comprensión comienza con la escucha. En ocasiones, como no nos escuchamos, no nos entendemos. Intentar escuchar, comprender su punto de vista por todos los medios. Esta actitud amable cooperará a que sea más fácil perdonar.
No esperes a que el otro pida perdón, perdona tú
En ocasiones nos resulta muy difícil perdonar, si antes el otro no da el primer paso y pide perdón, lo mejor será adelantarse y perdonarle antes. He conocido varios casos, en los que él o ella se arrepintieron después de ser perdonados. Otras veces habrá que perdonar y esperar, sabiendo que el proceso de curación puede ser largo; a veces será un rasguño y otras veces será una herida profunda. Ser ágiles para pedir perdón, pero sobre todo para perdonar.
Cuidado con las palabras
Es mejor hablar que callar cuando sentimos que el otro nos ha ofendido, pero hay que cuidar nuestras palabras, buscando además el momento oportuno para hacerlo. En muchas ocasiones hacemos daño con lo que decimos, llevados por la indignación o el dolor. Prejuzgamos a la otra persona y le humillamos con una conversación destructiva, con palabras “violentas”, palabras que actúan como una cerilla que prende la mecha. En estos casos hay que procurar hablar exponiendo las propias razones con la máxima calma posible y de forma breve, jamás de forma irónica, y, si es posible, con un toque de humor.
Pedir ayuda
Primero, pedir ayuda a Dios. Para poder perdonar de verdad, debemos pedir este don.
Por otro lado, buscar y aceptar la ayuda de las personas que más nos quieren. Tenemos tendencia a encerrarnos en nosotros mismos, bien por el propio dolor que sentimos ante la ofensa, o por no querer incomodar a los demás con nuestros problemas, la persona se encierra en sí misma.
También se puede acudir a un buen profesional que puede orientar y ayudar a encontrar la salida. Es importante encontrar personas que nos permitan descubrir la verdad de nosotros mismos y de la situación, para empezar a construir a partir de ese punto.
Lejos de ser algo difícil de llevar a cabo, el perdón debe convertirse para un matrimonio enamorado en un “estilo de vida”. Vivir el perdón siempre y desde el primer momento. Aprender a perdonar, sólo así nuestro amor se verá fortalecido.